Con Bitchen, Katie Pell ha representado un universo paralelo en el cual las mujeres utilizan su ingreso disponibles para personalizar aparatos domésticos con el afán competitivo de sus contrapartes masculinas: fanáticos de coches.
Un libro editado de comedia a la vista en la galería cuenta la historia. Sus diecisiete páginas de pluma, tinta, y lápiz coloreado siguen a un grupo de mujeres que ganan una demanda contra un gran detallista de descuento y utilizan su pequeña ganancia imprevista para comenzar una empresa de aparatos personalizados. Las máquinas eventualmente se convierten en un fenómeno convencional y últimamente benefician a la gran tienda de caja cuya discriminación los ayudó a venir en ser.
Una instalación de objetos ilustra la narrativa. Un estufa púrpura ardiente blasonada con el título de la exposición, escupe las llamas con el tirón de un interruptor; el interior de un secador color-dulce se engaña con tapicería afelpada de impresión de leopardo y un cristal de muestra que funciona en rotación lenta; el congelador vertical se encara con los murales de madera quemados de venados enamorados y engalanado con un pino y un candelabro interior personalizado y resistente. Como lemas de bólido que sugieren el credo del dueño, varios tostadores cromados se graban con un «Amor» y «Odio» cursivo, una dualidad que expresa la pasión de estas damas ordinarias.
Mientras los aparatos se activan sólo durante demostraciones preparadas, retratos digitales alterados muestran a mujeres que viven con sus productos personalizados. Proyectado en una pared esta un video de los objetos en exhibición en una exposición local de coches, en donde ganaron el segundo lugar en la categoría huérfana.
Bitchen de Pell comparte el cuento de una tripulación de diferentes madres, hermanas, conservadoras, y liberales que, sin que las detengan las normas y el énfasis desequilibrado en la recreación masculina, simplemente lo hacen.
-Kate Green