¿Por qué fuiste a Japón en preparación para esta residencia y cuáles eran tus objetivos?
Esencialmente surgió de un interés en la cultura japonesa que he tenido desde hace mucho tiempo. Una vez allí, pensé profundamente sobre la exaptación cultural y apropiación vs. admiración y aprecio. Los matices de la sensibilidad americana, afroamericana y japonesa entraron en foco en este viaje. También quería darme los parámetros para trabajar mientras estaba en Artpace.
Estuve de visita durante el inicio del año nuevo, los días festivos más concurridos del país. Esto no fue lo mejor para ver museos, galerías de arte y actuaciones, pero fue una gran oportunidad para visitar santuarios y observar (y participar en) rituales asociados a esta época del año. En Tokio y Kyoto, fue fácil unirse a las masas en las celebraciones y reflexiones públicas, pero más difícil conseguir ser invitado al espacio privado de las casas de la gente, algo que realmente me interesaba.
¿Cómo se traduce esa experiencia en tu espacio?
El Santuario Meiji Jingu fue uno de los santuarios más poblados que visité en Tokio el Día de Año Nuevo. Entre las muchas actividades en las que puedes participar ahí (caminar, entrar en el Santuario, disfrutar de buena comida), también se podía obtener una fortuna para el año, por 100 yenes (cerca de un dólar).
Para recibir una fortuna, agitas una lata hasta que cae un palillo. El número en el palillo (1-100) corresponde con un número en un cajón dentro de una gran cajonera. Abres el cajón ¡y ahí está tu fortuna! He jugado con la idea de dispensación de fortunas y la omnipresencia de la automatización en Japón mediante la creación de fortunas que se dispensan automáticamente.
Mi trabajo a menudo aborda el dulzor amargo y el malestar, y las fortunas son esperanzadoras y al mismo tiempo llenas de escepticismo. Este escepticismo se relaciona con lo que me imagino que muchos estadounidenses negros (como yo) están experimentando en este momento en Estados Unidos. He usado un episodio de la serie de televisión Good Times para pensar en la eterna montaña rusa de fortuna/desgracia, una presencia constante en cada episodio de Good Times. ¡JJ también dice «Sayonara!» en este episodio, así que fue perfecto.
¿Cuáles son algunos de los temas en tu exposición?
El polvo de té verde o Matcha es definitivamente un tema en la obra. Me gustaba el té matcha antes de mi visita a Japón; cuando llegué allí, ¡estaba en todo: comidas, postres y bebidas! En la exposición, el matcha es utilizado como un símbolo de (mi relación con) la cultura japonesa. Es una forma táctil y con textura de hablar de cómo ambas consumen la cultura de muchas maneras.
Otro tema es la imitación. Exploro la intención de la imitación —para aprender, para convertirme— al implantarme en una escena de comedia de la televisión japonesa (a través de una pantalla verde). También he incluido una escultura/instalación que cuenta con arquitectura japonesa de imitación y está destinada a representar elementos de espacios minimalistas japoneses, apretados, pero abiertos. Todas estas cosas las estoy recreando como fallas de convertirme en japonesa. (Por eso es que también he incluido una puerta con mosquitera, una característica muy americana de las viviendas del sur que es, por sí misma, performativa.) Estos actos de imitación son sobre cuestionar por qué imitamos a otras culturas. ¿Qué espacios psicológicos, emocionales y espirituales se activan cuando encontramos, adoramos o incluso imitamos a otras culturas?
Por último, existe la idea de tranquilidad —un mundo muy intenso e interno— que de alguna manera está presente. Había muchísima gente en Japón, sin embargo, era muy tranquilo. Había estado leyendo The Sovereignty of Black Quiet: Beyond Resistance in Black Culture, un libro escrito por Kevin Quashie, antes del viaje. En este libro de ensayos, Quashie articula las maneras en que la cultura afroamericana ha permanecido en un estado de resistencia pública y expresividad (necesariamente) por eones. Aboga por un cambio a un desarrollo de nuestra «interioridad» o aprovechar lo «silencioso» de una manera eficaz, progresiva. Él señala que hay una diferencia entre «no hablar» y «estar en silencio», que puede ser impuesta a uno por los demás.
Había una sensación en Japón de que los silencios eran muy completos, y esto fue muy meditativo. Esto podría no hacerse presente en lo que se ve cuando caminan en el espacio de la galería, pero sin duda influyó la presentación, los videos y la instalación.