Para su exhibición Between the Worlds (Entre los Mundos) en 10.3 Hudson (Show)Room, Matthew Ronay transforma la galería en un “bosque primordial” imaginario. El resultado de un largo diálogo con el Director Ejecutivo de Artpace, Matthew Drutt, consiste en flora y fauna terrestre estilizadas, así como criaturas marinas. La instalación, densamente poblada, se puede leer como un refugio en el bosque, cueva bajo el agua o área de nuestro inconsciente colectivo. Al entrar a la exhibición en penumbras, el visitante es enfrontado por patrones de color blanco intenso: guiones, puntos, círculos, comillas y ojos, sobre un telón de fondo negro marcado que rodea (y encierra) el entorno. Las prolíficas marcas graban la presencia del artista en el espacio y los “ojos que todo lo ven” aumentan el drama. El uso reiterado de ojos en la exhibición de Ronay no es explícitamente claro. Sin embargo, el ojo que todo lo ve se encuentra en las religiones egipcia, budista y cristiana; y en algunas culturas, el ojo se usa como un símbolo para alejar a los malos espíritus.
Una figura oculta de tamaño humano, con cabeza en forma de medialuna y un séquito de enmascarados, sirven como personajes chamánicos que habitan dentro de la creación teatral. Oscuros árboles de tela que se extienden desde el piso al techo, siniestros artefactos ceremoniales, hilos de cuentas colgantes y docenas de ojos devoradores crean un entorno ansioso en el cual el visitante no está muy seguro acerca de la amabilidad del lugar o de sus habitantes. Búhos que acechan en las ramas de los árboles, sin una presencia claramente definida. El ave nocturna tiene una larga historia en la mitología, asociada tanto con el bien como con el mal. Ya no un símbolo de muerte y brujería como alguna vez lo fue, el búho en la sociedad contemporánea se refiere más comúnmente al conocimiento y la sabiduría.
La lectura de la instalación estrictamente como un bosque se ve problematizada por las referencias acuáticas que se encuentran por toda la sala. Pequeñas conchas marinas en el suelo, obeliscos de madera con forma de calamar y formas de medusa desafían la especificidad de la ubicación y mantienen fluida la interpretación, como si oscilara entre dos estados de la mente. De hecho, a través de un lente marino, los objetos que parecen plantas se vuelven anémonas de mar, las flores se vuelven coral y las estrellas se convierten en burbujas en este espacio híbrido. Las figuras enmascaradas también tienen una apariencia de otro mundo que se eleva por encima de las referencias terrestres.
Quizás los arquetipos y ceremonia más sugestivos de Between the Worlds son las figuras enmascaradas de origen indefinido. De una forma chamánica, el artista usó un gran traje tipo poncho para la noche inaugural de la exhibición como forma de dotar la capa con energía «focalizada,» una cualidad importante en la que él se esfuerza mucho en destacar. Las esculturas enmascaradas más pequeñas trasmiten vibras similares haciendo eco de máscaras ceremoniales africanas y de Oceanía. Ronay explica que al tallar, pintar y esculpir a mano estos objetos, le transfiere a cada pieza individual sus energías, dándoles vida con cualidades mágicas.
Si bien las imágenes, iconografía y el proceso de Ronay han evolucionado desde sus primeras esculturas, los temas de interés del artista no han cambiado. Siendo un observador agudo de cómo se manifiestan los sistemas de creencias en el comportamiento humano, ha abandonado el cinismo de sus obras previas para crear a partir de una perspectiva instintiva sin mediación, enfocándose en una comprensión intuitiva y colectiva de la forma y el material. En última instancia, los objetos y el vestuario chamánicos reunidos en Between the Worlds revelan una experiencia metafísica que será única para cada visitante.
—Alexander Freeman, Curador Educativo