Para su exposición en Artpace, The Teeth of the Wind and the Sea (Los dientes del viento y el mar), Vormstein ha llenado las paredes de la Sala de Exposiciones Hudson (Show)Room con pinturas, dibujos y collages sobre papel maché, que muestran fragmentos de imágenes que provienen de fuentes múltiples. Además, ha creado una discreta catacumba o capilla lateral llena de construcciones de yeso con aspecto de reliquias y pinturas que hacen referencia a la naturaleza efímera de la existencia. Es la pieza más grande que ha hecho el artista en su carrera, que cambia dramáticamente la instalación de obras más íntimas tipo retratos a una pintura que abarca completamente a su medio circundante y que sumerge al visitante en la instalación.
Al entrar en el espacio de la exposición, se presenta al espectador una pintura de 360o que se expande en una pared que recuerda a un fresco o mural sobre varios papeles de periódico unidos con pega- mento para madera. Sin un supuesto comienzo o final, uno puede moverse a través de la instalación desde cualquier punto de la habitación. Grandes masas de color y papel maché con pinturas y dibujos de figuras femeninas, procedentes de las obras de Egon Schiele y Francis Picabia, así como la flora y la fauna seleccionadas de diferentes fuentes históricas artísticas, dan anclaje a cada una de las paredes, lo que brinda un ritmo visual de los blancos, rosas, naranjas, azules y verdes. En relación con la tradición de la naturaleza muerta o memento mori, estos elementos y materiales orgánicos tienen el propósito de expresar la naturaleza transitoria de todos los seres vivos.
Moviéndose en sentido opuesto a las manecillas del reloj desde la entrada, la parte derecha de la pared contiene una superposición de hojas sueltas de varios colores con una nube blanca de yeso que se eleva sobre el nivel del ojo. Cerca de la base de la pared hay un fragmento de una figura femenina dibujada en grafito con los ojos cerrados y la mano apoyada en la frente. Por encima y hacia la izquierda de esta figura hay un pequeño tazón de fruta ligeramente pintado en tonos amarillos y verdes frescos. Justo encima de la fruta hay una serpentina de pintura gris y símbolos que recuerdan a un racimo de uvas y el perfil de una patineta; cerca de la base de esta sección hay un girasol y confusas amapolas rojas. Esta sección, y muchas otras, contienen trozos de obras anteriores que el artista dice que fueron un fracaso, pero que ha resucitado a través de su gradual incorporación en esta instalación.
El centro de la sección de pared de la derecha está dominado por un bloque radiante de color naranja con un círculo delgado de aproximadamente 10 pies de diámetro, de nuevo con fragmentos recicla- dos de obras anteriores que dan termi- nación a la pieza central. A la izquierda de la sección que parece un sol, otro lavado como nubes de yeso llena el espacio, esta vez con un dibujo de líneas delicadas de un jardín de flores. Muy por encima hay grandes remolinos azules que parecen derramar lluvia en forma de pintura azul sobre en el arreglo floral.
Hacia la izquierda en la pared del fondo, otro lavado de yeso, una sección central de casi 10 metros cuadrados, tiene huellas grises que divergen hacia la parte superior e inferior de la obra, evidencia del proceso del artista de trabajar estas grandes secciones de periódico en el suelo de su estudio. A la derecha, diseños geométricos abstractos entran y salen de foco; a la izquierda, una figura Shielesca pintada se cierne sobre el nivel del ojo.
Sobre la pared de la izquierda aparecen las formas cúbicas de Vormstein, que son su firma distintiva, desde el suelo hasta el techo, junto con formas cuadradas traslúcidas de colores grises, azules, verdes, mandarina y rosa. Como ancla del centro de esta pared hay grandes formas biomórficas lavanda y un gato negro que parece proyectar sombras a través de la base acolchada de papel periódico. A lo largo de esta sección hay fragmentos de naturaleza muerta, retratos y aves. Completando el panorama, la cuarta pared cuenta con una pintura colorida de girasoles que descansan sobre lo que parece ser una ventana a un mundo más brillante, con una figura fantas- magórica flotando por encima de ella y huellas de color azul cerca de su base.
La selección de Vormstein de las palabras dientes, viento y mar en su título, son fundamentales porque ayudan a reforzar la idea de la entropía y el tiempo que impregna gran parte de esta exposición. Estos elementos naturales se descomponen sobre las superficies, creando nuevas formas a partir de viejas formas. Al ver esta exposición, el espectador no puede evitar perderse «en el paisaje de la materia y la historia.»
—Alexander Freeman, Education Curator