






El cuerpo de trabajo de Paula Santiago producido durante su residencia Artpace gira en torno al cuerpo. Las sensaciones y los pensamientos se experimentan, interpretan y comprenden en un proceso mediante el cual el cuerpo es una entidad tanto tangible como abstracta. El dominio donde estas zonas concretas y etéreas de lo corpóreo se encuentran y se entrecruzan, es el sitio que Paula Santiago mina para su arte. El carácter complementario y contradictorio de estas zonas, y los procedimientos estéticos a los que están sometidos, pertenecen a la noción de numen. Numen , término oscuro en el español clásico, se refiere al ingenio, un talento particular con el que se forma la invención a partir del propio Geist, de la mente / espíritu, y se puede agregar, del cuerpo. Dado su carácter fragmentario, el Numen de Santiago reúne diversas inquietudes de manera concentrada, dando al público diversas pistas y pistas, en ocasiones contradictorias, con las que asimilar su corpus artístico.
Las obras de Numen hacen referencia al cuerpo en la periferia de los territorios de representación. A diferencia del trabajo de Annette Messager y Kiki Smith, el cuerpo no se trata de manera directa y representativa, por más oblicuo que sea este procedimiento. Numen trata más sobre la ausencia de corporalidad y los gestos que implica tratar de mantener la tensión entre la materialidad de las obras y su complejo conjunto de referencias.
La incorporación de fluidos corporales como su propia sangre y materia corporal como el cabello, junto con materiales naturales cargados de significado como cera y pétalos de flores que aportan tanto materialidad como materia, hacen que este procedimiento no sea una tarea fácil. Uno se queda con una sensación inmanente de fragilidad y estados de experiencia límite del cuerpo y la mente al ingresar al sitio de Numen . No se busca resolución ni intento de equilibrio. Para el artista, Numen trata sobre el proceso y el compromiso del espectador como testigo.
El cuerpo en la obra de Paula Santiago está presente en su ausencia: su materialidad está ahí en forma de huellas y sensaciones de la memoria que evaden la sistematización. En el período barroco, el cabello y las uñas se consideraban memento mori corporal clave. Todavía hoy, significan la muerte inevitable; rastrean nuestra próxima ausencia. El cabello, recogido en medallones victorianos de duelo, intercambiado entre amantes, guardado en álbumes de recortes como documentos de la infancia, es un recuerdo por excelencia. Hoy en día, dadas las taxonomías posmodernas y los análisis de ADN, el cabello también juega un papel en los procedimientos de identificación forense y médica. En el corpus artístico de Santiago, el uso del cuerpo y sus huellas deriva de un impulso alegórico. Se remite a sí mismo en una operación compleja mediante la cual se refiere a otra cosa.
El artista privilegia el déjà vu, el ingenio y el azar. Santiago combina una superposición de imágenes inquietantes unidas por procedimientos obsesivos que pueden alterar la obra en cualquier momento. Lo que ha sido ahora está ausente y sólo puede expresarse de manera indirecta y, a veces, frágil. Evocar y dar forma concreta a esa ausencia nivelaría su poder evocador y sus dimensiones empoderadoras a través del proceso. Para Santiago, el cuerpo es la base y el medio por el cual uno percibe, conoce y se involucra en la creación artística como un dominio sensual de conocimiento y cultura. Preocupado por prácticas discursivas que se centran en el cuerpo como lugar y medio de subjetividad, el arte para Santiago es el comienzo, el proceso y el final de la reconciliación con la experiencia.
El concepto modernista de la forma como contenido es un punto de partida para Paula Santiago a partir del cual embarcarse en una especie de flânerie estética posmoderna, es decir, un hiper-estado de deambular y asombro, sin una meta u objeto particular. Este asombro y deambular circunscriben el proceso de la artista con respecto a su entorno inmediato, así como el bagaje personal y cultural que carga con ella en esta búsqueda. El flâneur moderno temprano vivió el mundo social a través de su mirada en forma de impresiones de choque, que a su vez lo llevaron a intentar juntar esos fragmentos de experiencia en un todo, una tarea que desde el principio es imposible. . De ahí el énfasis en las (grandes) narrativas y preocupaciones panorámicas que luchan por la totalidad, por un lado, y en el denso simbolismo en la prosa poética y las artes visuales poéticas, por el otro.
Como flâneur posmoderna, Paula Santiago no se preocupa por el todo, sino por la estética de la fragmentación. Ella ha reconocido que el fragmento es una veta igualmente rica para explorar, ya sea en forma de detalle universal; una cita que uno ha escuchado o visto de pasada; una alusión a algo que se comprende, se pretende comprender o se reconoce el deseo de contemplar; y un apóstrofe a una referencia compartida de diferentes lugares socioculturales que incluyen, entre otros, la sexualidad, el género y las geografías culturales.
-Victor Zamudio-Taylor
Victor Zamudio-Taylor es profesor del Programa de Historia del Arte de la Universidad de Texas en Austin.