MEDIAN DOGS, la obra de audio de media hora de Adrian Williams, es una exploración de decisiones tomadas para beneficio personal versus el interés público. La presentación utiliza las tensiones creadas entre la música y el diálogo para reafirmar el conflicto ficticio de la privatización total de la educación en los Estados Unidos. Las colaboraciones con miembros de la comunidad, músicos y actores locales para crear la narrativa y la música construyen un entorno en el que las distinciones entre el intérprete y el espectador son borrosas.
A diferencia de las obras radiales tradicionales, MEDIAN DOGS está concebida para verse. La interpretación tiene lugar en el centro de la galería, en el mismo piso en que se para la audiencia, lo que suaviza el límite entre el actor y el observador. La acción se da principalmente alrededor de una mesa rectangular, en donde cuatro actores sentados están rodeados por cuatro músicos, mezclando voz y música que es armoniosa y hostil en forma intermitente.
El compositor Theodor Köhler, con quien Williams ha colaborado en otras obras y bandas sonoras de películas, escribió la música que es la base para el resultado final de la obra de audio. A pesar de que la composición ha sido ensayada, la obra en vivo no es estática, sino que refleja los momentos actuales en los que se realiza. Los dos percusionistas usan una variedad de materiales para crear el entorno sonoro que permite las proyecciones individualizadas del escenario y la acción dentro de la audiencia colectiva. Junto a la mesa y las sillas en la galería hay dos pianos frente a frente, uno afinado y el otro una cuarta de tono más abajo. Las inconsistencias en la voz independiente son reveladas cuando se combinan con el piano afinado, emulando la falibilidad de las acciones de un individuo aislado por el bien de la comunidad.
El contenido del diálogo fue proporcionado por conversaciones con organizaciones locales educativas, impulsadas por el discurso sobre la privatización de la educación. Williams combinó extractos de transcripciones de conversaciones para crear el guión de tres actos. La lucha en el debate es tangible, intensificada y difuminada por el entrelazamiento de la narración y la música. La intimidad del espacio y la realidad construida internamente por el espectador llevan a la audiencia a un conflicto social; su respuesta emocional, energía y atención a la improvisación crea una experiencia comunitaria.
Luego de que finaliza la interpretación en vivo de la obra de audio, el escenario permanece fijo y los intérpretes son reemplazados con una grabación y auriculares de operación manual. Para escuchar el audio, los visitantes ocupan las posiciones de los actores. Sin la experiencia de ser testigos de la presentación pública de la obra de audio, el visitante contempla el conflicto en aislamiento y crea sus propias conexiones entre los objetos en la sala y los movimientos asumidos de los actores.
—Mary Wegmann, Pasante de licenciatura