La obra Persistent (Persistente) de Lorraine O’Grady, coproducida por Jay Lopez, es un elogio a Davenport Lounge en San Antonio que cerró recientemente y a la cultura que encarnó. La imponente instalación, con sus proyecciones de audio y video que le acompañan, demuestran la caleidoscópica generación y represión de la contracultura multiétnica.
El ambiente de la escena de la calle crepuscular recuerda la primera visita de la artista al club nocturno dos meses después de haber sido cerrado. Al entrar, uno se topa con una fachada austera, apenas iluminada por unos focos y revelando solamente el reflejo del espectador. O’Grady ha sobrepuesto este retrato del espectador en el edificio para evocar un sentido de pérdida personal, invitándonos a sufrir la destrucción de un espacio que tantos en alguna ocasión animaron en una libre expresión de la belleza que existe en la diversidad.
Uno debe mirar en el interior de las ventanas, casi oprimiendo la propia nariz contra el vidrio, para ver dentro del club nocturno de O’Grady. El interior presenta escasos conjuntos de muebles Art Decó cuidadosamente colocados y vacíos salones Davenport. En las paredes, fantasmagóricas proyecciones de bailarines de música hip-hop, funk y house se mueven energéticamente en sincronía con la pulsante música. Surgiendo como una manifestación contemporánea de los monumentos funerarios egipcios, la exhibición evoca las riquezas de una era del pasado y la eminencia de lo que se ha perdido.
La fusión de ritmos que resuenan desde el edificio son vibrantes pero melancólicas, en su repetición. Compuestas por los DJ Rise y JJ López, la mezcla oscila esporádicamente en volumen, imitando los sonidos emitidos al abrirse y cerrarse las puertas del club, un saludo a las filas de clientes del Davenport que solían abarcar toda la manzana. El ciclo comienza con un ritmo animado y energético que rápidamente se atenúa y se vuelve a elevar, simbolizando el ascenso y la caída de Davenport Lounge. Este himno funeral hip-hop anuncia la cultura DJ, subrayando su presencia como una profesión que combina los esfuerzos artísticos de una multitud de personas y conmemora lo que Barbara Ehrenreich ha denominado “la necesidad de baile festivo y público que parece estar preprogramado en nosotros… una capacidad únicamente humana.”
La instalación de O’Grady no simboliza ni el fracaso ni el éxito, sino la perseverancia de la contracultura en la cara del racismo y la discriminación.
– Emily Morrison