Cuéntanos de algunas de las imágenes en tu exposición y de los personajes que has desarrollado.
La exposición se compone de una serie de impresiones digitales a gran escala, que presentan a un número de personajes disfrazados. Hay una figura masculina y femenina, ambos inspirados por los emoticonos amarillos sin nariz de Internet y de mensajes vía smartphones, que aparecen viendo al espectador o fijado en las pantallas de los teléfonos. Lo que les rodea es una serie de lo que llamo «víctimas de la plaga» que usan pijamas de camuflaje, máscaras de dormir y llevan letreros que exigen: «¡Queremos datos!» Parecen al mismo tiempo manifestantes y zombis inconscientes, andando a tientas buscando una conexión Wi-Fi perdida. Las figuras más activas son una multitud de ratas sarnosas, que se parecen un poco a los ratones cursi vestidos en la película de Cenicienta de Disney (1950) y una plaga de bestias sucias que viven en el alcantarillado. Se ven mordiendo los cables de datos, como si estuvieran disfrutando con gozo o pirateando datos puros, sin filtrar.
Tengo la intención de que las impresiones se lean de izquierda a derecha, con una progresión gradual de un mundo alegre y soleado a algo parecido a la distopía y decrépito. Me he interesado en la industria de la tecnología, las tecnologías ponibles y la gestión de datos de carácter personal. Hay una exploración de transferencia de datos dentro de las impresiones, con almacenaje en la nube y visualizaciones infográficas. Los personajes y el mundo en el que habitan son parte de un conjunto más grande de una obra de cine y escultura que pretendo continuar desarrollando a lo largo del año.
¿Qué es lo que ves como la narrativa de la obra?
Normalmente trabajo dentro de las posibilidades narrativas de la película, sin embargo con esta serie estaba interesada en la traducción de un relato fílmico en la imagen fija. Las impresiones fueron hechas usando el mismo proceso de impresión de los carteles o pancartas comerciales, pero están colgadas como un tapiz. Representan el espacio de la publicidad y sin embargo se refieren a algo más complicado, a veces al mismo tiempo evocando imágenes religiosas y caricaturas de dibujos animados grotescos.
¿Qué papel juegas en la narrativa?
Represento todos los personajes dentro de las impresiones, uso maquillaje prostético e impresiones en la cara para transformarme en una variedad de identidades distintas. Estoy interesada en la cultura del ‘selfie’ y más generalmente en la obsesión con uno mismo y la autopromoción. Usando mi propia imagen es un guiño cómplice a esta cultura de la obsesión con uno mismo, así como una exploración de la identidad en un sentido más amplio. No creo autorretratos confesionales; los personajes no tienen nada consciente en común conmigo, pero en cambio son más como drag-queen-escos, egos exagerados o estereotipos hiperactivos.
A través de la cuidadosa construcción de personajes me interesa explorar la manera en que la identidad se forma en el mundo occidental contemporáneo. El Internet ha creado un espacio en el que uno se puede crear y editar cuidadosamente una visión ideal de si mismo a través de imágenes e información asociada, que dice menos acerca de quién se es y más de cómo se quiere ser. En este sentido, el maquillaje del diario abastece cada vez más a la cámara, con el maquillaje de contorno facial de Kim Kardashian que se está convirtiendo en una clase de maquillaje de escenario del siglo XXI. Al mismo tiempo, hay un aspecto de la identidad en línea que existe puramente en la forma de información relacionada con lo que se ve y lo que se compra con el fin de predecir lo que te gustaría comprar. En este espacio en línea, tu historia no es la de su linaje ancestral, atada a una historia familiar y la experiencia de lugar, pero en cambio a una muy reciente serie de clics, compras y opiniones.