A través de medios formalmente rigurosos y visualmente disponibles, la obra de Adam Pendleton sirve como una intersección conceptual para alianzas pasadas y futuras improbables. Medios reproducibles específicos tales como serigrafía, escultura cerámica, actuaciones basadas en el lenguaje, videos y el ensayo escrito, han proporcionado el marco para su compromiso con narrativas históricas y el revisionismo. Con frecuencia, estos familiares tropos culturales son indicadores visuales de las estructuras canónicas que pretende desmantelar. Al combinar formas de modernismo, minimalismo y arte conceptual de los años 70 con obras del movimiento Pantera Negra, herstorias raras y literatura política disidente de América Latina, él ofrece una propuesta para otra trayectoria de la historia y el futuro, una reorganizada por orden subjetivo. Es en este territorio cargado de «qué pasaría si» que emergen nuevas geneologías, tal como ocurre con el díptico Black Dada (2008) o con una versión negra de Incomplete Open Cubes de Sol LeWitt. La obra gira sobre la fricción creada al oponer intenciones y plazos de dichas referencias y formas. En una entrevista en 2008 en The Highlights, él explicó, «Quiero yuxtaponer gente, momentos, eventos e incluso formas con períodos históricos donde su influencia o presencia a menudo no se considera y a veces (no) es reconocida.»
Al emerger un par de generaciones después de artistas afroamericanos como Glenn Ligon y Charles Gaines, la obra de Pendleton promueve el discurso alrededor de apropiación e identidad política de los años ’80 y ’90 en una forma que nos permite reexaminar la riqueza de esa historia también. Como un artista negro de la nueva generación, que experimenta un momento ahistórico cada vez más allanado por la era del internet, él se traslada más allá de subvertir la historia en el modo de producir ficciones y en ocasiones ciencia ficción, que llevan consigo momentos de sinceridad y autenticidad. Parece estar labrando otra zona horaria: una en la cual, la versión del pasado del futuro se encuentra con la versión del futuro del pasado. Él también ha sido enormemente influenciado por escritores tales como el chileno Raúl Zurita (el título de la exposición de Pendleton es una línea del libro de Zurita, de 1979 Purgatorio) quienes envuelven sus expresiones artísticas con pregunta y agencia política: «¿Qué puede hacer la poesía ante la violencia?» Del mismo modo, la obra de Pendleton pregunta cómo algo tan simple como una opción de fuente podría iluminar la insidiosa opresión corporativa contra la condición humana. En los detalles de sus materiales, superficies, valores de reproducción y representaciones, uno puede localizar los cambios sutiles pero importantes hacia una agencia poética, o como él la llama, una postura «poethical.» El término «poethical,» acuñado por Joan Retallack y utilizado principalmente en los círculos literarios, se ha convertido en una especie de indicador para la práctica de Pendleton.
Durante su residencia en Artpace, Pendleton se concentró en la producción y reproducción de un conjunto familiar de formas que recuerdan al escultor modernista de recuperación Constantin Brancusi. Como si quisiera proponer una memoria defectuosa de la apariencia exacta de The Endless Column de la artista rumana, Pendleton alteró ligeramente la forma para que siga siendo reconocible pero incorrecta. Ayudado por un equipo de estudio que elaboró y lijó los moldes meticulosamente para crear una superficie de color negro (un color que Brancusi nunca utilizó para sus esculturas de columna), diseñó una colección de estructuras totémicas que parecen ser ruinas futuras. Las formas, apiladas a distintas alturas, actúan como sustitutos de una imposibilidad. No por casualidad, también se asemejan a estructuras totémicas que llevan potencial ritual o místico.